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Pre-cronocaos: Hacia el agujero negro, Ciencia, arte y demolición - Verónica Rosero

 Tras los picos y palas de la reestructuración parisina, llegó el invento de Alfred Nobel, el "santo patrón de la destrucción creativa quien patentó la dinamita en 1867", comenta Jeff Byles en su historia sobre la demolición. La dinamita ha sido herramienta básica para la demolición arquitectónica. Fue usada por la compañia de Jack Loiseaux para la demolición controlada de Pruitt-Igoe y otro millar de proyectos de EEUU. Colocada en puntos estrátegicos de la estructura de los edificios, la dinamita ha ofrecido el espectáculo de la demolición durante décadas. Alfred Nobel, químico, ingeniero e inventor sueco, lanzó la industria de los altos explosivos, un trabajo que motivó la creación de armas que solventaron los conflictos bélicos entre naciones. Más adelante sería especialmente sinónimo de las causas de paz tras vislumbrar cómo su trabajo había sido utilizado para causas de guerra, lejanas a sus ideales, y establecer el premio que lleva su nombre para retribuir grandes aportes en el campo científico y humano.

 La arquitectura moderna es también parte de una actual "guerra urbana", que tiene, al igual que otras guerras, la dinamita como arma de actuación. Controlled Demolition Incorporated es una empresa que tanto en Estados Unidos como fuera de este país, se ha dedicado desde hace varias décadas al negocio de la demolición de mega edificios. Su fundador es Mark Loizeaux, hoy en día un magnate del negocio de la demolición arquitectónica, cuyas generaciones han ido adhiriéndose con el tiempo al negocio que empezó en la década de 1940. Actualmente realizan lo que ellos llaman un minucioso trabajo de "desmantelamiento ecológico", donde reciclan todos aquellos materiales susceptibles de ser reutilizados.

 Estos procedimientos de demolición recientemente llamados ecológicos tenían ya sus críticos en la década de 1970. En 1974 un artículo de la revista Build International (revista escocesa) planteaba: "es un imperativo que la demolición de los edificios altos se vea como un tema de investigación urgente". La preocupación por este tema era escasa, incluso por parte de los arquitectos y planificadores. Los escoceses pedían reflexionar sobre el problema cada vez más acuciante de la obsolencia programada y proponían que para cada diseño de edificio se presente su correspondiente esquema de demolición en un proceso de reversa.

 Lejos de ser tomada en cuenta esta reflexión, la empresa de Mark Loizeaux no sólo fue la encargada de demoler Pruitt-Igoe (90 kilos de dinamita fueron utilizados para su demolición), sino otras miles de estructuras alrededor del mundo, entre ellas, numerosos proyectos de vivienda social moderna en Estados Unidos. Controlled Demolition, Inc. Trabaja directamente con el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de este país, entre otros Departamentos del gobierno, como el de Energía, el de Justicia, el de Defensa, por lo que también estuvo a cargo de las investigaciones relacionadas con las causas del desmoronamiento del World Trade Center de Nueva York tras la tragedia del atentado 11-S.

 Los profesionales que conforman el gremio de los demoledores han emprendido campañas con slogans como "Demolición para el Progreso", "Reinventando el Mundo", pero lo cierto es que el sector de la demolición ha generado gran debate a lo largo de los años. No obstante el rechazo hacia la demolición muchas veces ha ido acompañado de un sentimiento paralelo de fascinación. Así escribe la crítica de arquitectura Ada Louise Huxtable en 1968 en el New York Times: "¿Piranesi, alguien? El maestro nunca produjo una ruina más impresionante que el Singer Building en demolición. (...) una escena de rica y surrealista desolación." Esta mención a Piranesi muestra la dualidad de la demolición, el arte y el disfrute detrás de la ruina moderna.

 Es por ello que hay aún más alrededor de la demolición arquitectónica, actores puntuales que hallan en la misma, modos de expresión de las más recabadas filosofías. "Psicotectura o Arquianálisis" podría proponerse como nueva disciplina híbrida que permita analizar dos tipos de personalidades:  aquellas atraídas por la construcción, lo nuevo y aquellas atraídas por los edificios abandonados, lo viejo, lo que se viene abajo. La propuesta de esta nueva disciplina se da en alusión al trabajo de Gordon Matta-Clark, un artista y arquitecto ampliamente conocido por un discurso muy particular solventado con obras en edificios abandonados.

 Los "Buildings Cuts" de Gordon Matta-Clark eran transformaciones en edificios y casas mediante cortes que permitían ver sus interiores ofreciendo nuevas lecturas de los espacios, los materiales y las texturas, proponiendo nuevas interpretaciones de los edificios, con una gran expresividad. En función de eesta apreciación, el afán por la despedida de lo viejo y la bienvenida a lo nuevo probablemente tenga que ver en esencia con aquello que polémicamente señala Kevin Lynch en su libro Echar a perder. Un análisis del deterioro: existe una serie de "alegrías de la destrucción", puesto que implica un reforzamiento de estatus. Lynch apunta que destrozar es un placer innegable, un proceso de hacer que las cosas se nos someten. Como ejemplos, el saqueo de una ciudad, un rico tesoro de riqueza y gente indefensa, ha sido siempre una hazaña memorable en la historia de la guerra. Otro ejemplo, la satisfacción ante la demolición de un edificio. Para Lynch, de esta manera, las disposiciones culturales para la violencia contra las personas se pueden transformar en violencia contra las cosas. No obstante, el vandalismo, que impone un gran coste social, está impulsado por este mismo placer, que constituye una exhibición de poder para el impotente.

  Gordon Matta-Clark mostró a través de su obra una profunda atracción por edificios en estado decadente. Creaba obras deconstruidas a partir de edificios abandonados o programados para demolición. Por ejemplo, su obra Automation House realizada en 1972, propone la destrucción del concepto de arquitectura como elemento de poder, evidenciado la necesidad de rehacer la forma de percepción, comunicación y sobre todo creación. Los trabajos de Gordon Matta-Clark a través de su formación como arquitecto, se enraízan en una tradición que comienza por la redefinición de la escultura y del espacio "desde la óptica del arte de acción y culmina con una inmersión proactiva y definitiva en el espacio urbano, habida cuenta de que este no es inerte sino un ámbito vivo, empapado de convenciones susceptibles de crítica.

 Matta-Clark era parte del contexto de Nueva York, una ciudad que se encontraba al borde de la quiebra en la década de 1970, y que enfrentaba la desaparición de la industria manufacturera y otras industrias importantes, además de la retirada de los servicios públicos. Estos factores estaban convirtiendo la ciudad en un centro de desempleo generalizado y de anarquía. Gordon Matta-Clark respondió a estos factores problemas de tipo estructural e ideológico de su contexto haciéndose cargo de espacios abandonados para realizar y exponer sus trabajos. Este artista que apostaba por la construcción de una vibrante comunidad artística, utilizó la ciudad como el medio de trabajo mediante la creación de oportunidades para interactuar directamente con el público a la interperie. Sus enfoques experimentales y, a menudo audaces, fueron parte de la floreciente escena de las artes en el centro de Nueva York durate la década de 1970. 

 Los visualmente atractivos Building Cuts de Matta-Clark eran sin embargo tan solo el resultado de una actitud transgresora y contestataria hacia una cultura arquitectónica liderada por los "Cinco de Nueva York", los "Five Architects". Este era el título de un libro publicado en el año 1972 que recogía proyectos de viviendas unifamiliares proyectadas por Peter Einsenman, Richard Meier, Michael Graves, Charles Gwathmey y John Hejduk, con ensayos de Collin Rowe y Kenneth Frampton. Este grupo estrechamente relacionado a la Universidad de Cornell, respondía a una neo modernidad "formalista de base académica y fue fuente de una de las principales corrientes de la arquitectura estadounidense" de la década de 1970, cuya influencia ha trascendido sus propias fronteras.

 Los valores de ambos grupos culturales, es decir los arquitectos neo modernos y los artistas enfocados en los procesos muchas veces anárquicos, mostraban un claro enfrentamiento. Con estos antecedentes, el punto clave para comprender la obra de Matta-Clark es el célebre enfrentamiento denominado "Window Blowout" que tuvo lugar en el Institute for Architecture and Urban Studies IAUS en el año de 1976, en el que, con Peter Eisenman como director, fue invitado a participar en una exposición denominada Idea as a Model. Aquí, estaba previsto que Matta-Clark presentara una de sus famosas sustracciones (esta vez autorizada, a diferencia de sus experimentaciones no autorizadas en edificios abandonados).

 Pero la intención tomó un curso distino, cuando empezó por incluir una fotografía de un nuevo proyecto de viviendas en el Bronx en el que las ventanas habían sido destruidas producto del vandalismo, una huella condenatoria de la realidad social de los proyectos públicos propuestos por el oficio arquitectónico y donde la sustracción ya había sido realizada. Esto sería el antecedente para lo que sucedió posteriormente cuando Matta-Clark a las tres de la madrugada se dispuso a disparar contra todas y cada una de las ventanas del Instituto con una escopeta de aire comprimido. Peter Eisenman tremendamente indignado llamó a los cristaleros y la pieza fue erradicada. La acción de Eisenman hizo que el planteamiento crítico de Matta-Clark se asentara con mucha fuerza y de manera nítida, demostrando de forma inmediata un "estado de pánico irracional": la imagen de deterioro del Instituto de Arquitectura y Estudios Urbanos era intolerable y el reemplazo de los cristales por tanto, urgente. ¿Entonces, por qué se toleraba el sistemático deterioro del Bronx, con sus cristales rotos un día, y otro, y otro, sin inmutarse por ello y sin que urja su sustitución?.

*Este escrito fue extraido del libro Demolición; el agujero negro de la modernidad (2017) de Verónica Rosero. 



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