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El constructivismo arquitectónico ruso. Melnikov y la cuarta dimensión - Óscar Rodríguez-Mora

 Uno de los arquitecto más proclives a la incorporación de giros y disposiciones oblicuas en sus obras fue K. Melnikov. Este arquitecto manejó con sorprendente soltura estas composiciones en proyectos de gran envergadura. No solamente articuló rotaciones en planta sino que introdujo dislocaciones en alzado. Si bien en la mayoría de los casos, como en el resto de constructivistas, sus proyectos no pasaron del papel, su definición y coherencia arrojan un compromiso plenamente tectónico. La incorporación de estas operaciones trasciende el nuevo entendimiento de la realidad de su tiempo. Melniko conocía el nuevo marco espacio-temporal abierto por las nuevas ideas. Según A. Strigalev, Melnikov barajaba en su conocimiento conceptual que daba lugar a las formas dislocadas el concepto de "Cuarta Dimensión". Esta noción se había anclado en la cultura rusa, primero desde el entendimiento de dimensión espacial a través principalmente de Ouspensky. Posteriormente, con la difusión de la relatividad, el concepto se identificó con el tiempo.

 Así, mientras para algunos la cuarta dimensión adquiría un sentido temporal para otros, como Melnikov, tomaba otro significado. En el caso del arquitecto "la cuarta dimensión era la diagonal". Podemos buscar en esta equivalencia un razonamiento geométrico claro. Tal y como señalábamos al hablar de la representación de n-dimensiones en espacios n-1 dimensionales, el procedimiento de la proyección proporciona la materialización de las dimensiones externas a ese espacio mediante las direcciones proyectadas. Al proyectar elementos tridimensionales en el plano, la tercera dimensión aparece como una dirección oblicua a las otras dos ortogonales propias del sistema bidimensional. Análogamente una cuarta dimensión proyectada en el espacio tridimensional aparecería como una dirección oblicua al triedro que define tal espacio. Cuando Melnikov asocia cuarta dimensión con diagonal está proponiendo un orden hiperespacial en sus construcciones reveladas como una proyección o sombra tridimensional de una jerarquía más amplia dimensionalmente.

 Uno de los proyectos más emblemáticos de Melnikov, el Pabellón de la URSS para la exposición de París, introduce la diagonal surcando el volumen ortoédrico de la envolvente principal. La línea oblicua se manifiesta en plata a través del paso que une las esquinas opuestas de rectángulo base. También la sección y el alzado nos muestran este compromiso a través de la inclinación justificada por la amplia escalinata. La cubierta de este recinto queda rematada además por una serie de pérgolas dislocadas que se cruzan entre sí oblicuamente. Estos planos declaran al exterior el compromiso rotacional adquirido en el diseño de la pieza arquitectónica, así como los invariantes de desdimensionización e ingravidez que acompañan al Constructivismo. En los audaces y novedosos para la época, proyectos de garajes elevados, Melnikov toma la inclinación de las rampas como base del nuevo sistema de referencia. La línea oblicua es, en todo el proyecto ya predominante y sólo ofrece contraste respecto a las referencias del entorno, como por ejemplo los puentes sobre los que se coloca. Otra de sus escasas obras construidas, el Club para Trabajadores presenta, a través de los formidables voladizos de las salas, las directrices oblicuas de los volúmenes contenedores sobresalientes al exterior.

 *Este escrito fue extraido del libro De las vanguardias a la arquitectura contemporánea. Espacio-tiempo, hiperespacio y nuevas geometrías (2018) de Óscar Rodríguez-Mora. 


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